Definición
Las enfermedades de la pupila afectan a esta estructura ocular, responsable de hacer llegar la luz, desde la zona externa del ojo, hacia la zona posterior, donde se encuentran los fotorreceptores de la retina. Se incluyen trastornos de la inervación de los músculos que dilatan o contraen la pupila, y trastornos de los reflejos pupilares.
La pupila tiene la capacidad de dilatarse o de contraerse, según la cantidad de luz que percibe. Las afecciones pupilares provocan tamaños anormales de la pupila o diferencias entre ambos ojos, dando lugar a:
- Miosis: pupilas contraídas y, por lo tanto, de tamaño reducido.
- Midriasis: pupilas dilatadas y agrandadas.
Las enfermedades pupilares son variadas y pueden provocar una condición llamada anisocoria, que se caracteriza por una diferencia de tamaño entre ambas pupilas.
¿Qué ocasiona estos trastornos?
Estas enfermedades pueden deberse a factores congénitos, que se presentan desde el nacimiento, a accidentes, así como a enfermedades oculares y sistémicas de diversa índole.
Por lo que se refiere a la anisocoria, el tipo fisiológico aparece desde el nacimiento y no suele causar problemas de salud visual, más allá de la diferencia de tamaño entre ambas pupilas.
Por su parte, la anisocoria patológica se produce a causa de diferentes enfermedades o afectaciones, siendo las más frecuentes:
- Parálisis del III par craneal: este nervio es uno de los responsables de los movimientos de los músculos oculares externos e internos, entre los que se encuentran los del iris. Por ello, al producirse la parálisis, según su gravedad, los pacientes afectados no pueden mover los ojos correctamente en una o varias direcciones. Esta condición puede ir acompañada de un agrandamiento o dilatación de la pupila, según la zona del nervio que se afecte. Normalmente, ocurre cuando existe una compresión externa (aneurisma, tumor, etc.).
- Pupila tónica de Adie: pese a que en la actualidad se desconoce su causa exacta, esta enfermedad podría estar relacionada con infecciones víricas o bacterianas, unidas a una afectación neurológica del sistema nervioso autónomo. Como consecuencia, los pacientes con síndrome de Adie, experimentan anisocoria con una pupila dialtada, que provoca problemas de acomodación. Afecta principalmente a mujeres (70 % de los casos), de entre 20 y 40 años.
- Síndrome de Argyll Robertson: se caracteriza por dar lugar a una pupila muy reducida y de forma irregular, que no responde cuando recibe estímulos luminosos (no se contrae). Suele asociarse a la neuro-sífilis, aunque también afecta a personas con diabetes o tumores cerebrales.
- Síndrome de Horner: se produce por daños a nivel de nervios que conectan cerebro, cara y ojos. Generalmente, se asocia a otras enfermedades, como una hemorragia cerebral, tumores o lesiones de la médula espinal o en el vértice pulmonar, o disecciones arteriales. Además de presentar miosis (pupila más pequeña), los pacientes con Síndrome de Horner también pueden tener ptosis (caída párpado) o si la causa es congénita, los iris de ambos ojos de colores diferentes, entre otros.
Síntomas
El principal síntoma de las enfermedades de la pupila es un tamaño anormal, unido, en ocasiones, a otras manifestaciones clínicas visuales o neurológicas. Estas condiciones pueden ser:
- Unilaterales (afectan a un ojo).
- Bilaterales (se presentan en ambos ojos).
Dentro de los posibles síntomas acompañantes encontramos:
Visión borrosa (especialmente, de cerca): parálisis del III par craneal, Pupila tónica de Adie.
Visión doble (diplopía): parálisis del III par craneal, Síndrome de Horner (en algunos casos)
Dolor ocular y periocular (alrededor de los ojos: parálisis del III par craneal.
Caída del párpado (ptosis): parálisis del III par craneal, Síndrome de Horner.
Agrandamiento tamaño pupila: parálisis del III par craneal, Pupila tónica de Adie.
Reducción tamaño pupila: síndrome de Horner.
Forma irregular de la pupila: pupila tónica de Adie.
Fotofobia (intolerancia anormal a la luz): parálisis del III par craneal, Pupila tónica de Adie.
Dolores de cabeza (cefaleas): parálisis del III par craneal, Síndrome de Horner.
Tratamiento
El tratamiento de las enfermedades de la pupila suele ser abordar clínicamente su causa, ya que, generalmente, son síntoma de otras afecciones oculares, neurológicas o sistémicas.
En el caso de las anisocorias fisiológicas, no suele ser necesario su tratamiento si no provocan afectación visual. Otras alteraciones pupilares, como las anisocorias patológicas, pueden requerir tratamiento ocular específico:
- El síndrome de Adie: produce alteraciones visuales que son compatibles con un estilo de vida normal. Generalmente, se recomiendan gafas para la lectura o al utilizar pantallas, así como filtros solares en ambientes exteriores, ya que los pacientes afectados suelen experimentar fotofobia (intolerancia a la luz). Si no es suficiente, se puede pautar tratamiento con Pilocarpina diluida al 0.125%.
- Los pacientes con síndrome de Argyll Robertson: suelen precisar tratamiento antibiótico, si la causa es la sífilis u otra bacteria.
En personas que padecen parálisis del III par craneal, el tratamiento de la causa puede reforzarse para corregir la visión doble con el uso de oclusores oculares (parches), uso de toxina botulínica, prismas o cirugía de estrabismo.
Anisocoria
Se produce cuando las pupilas de los ojos no tienen el mismo tamaño. La pupila permite que la luz ingrese a los ojos para que pueda ver.
Existen 2 tipos de anisocoria:
- Anisocoria fisiológica: presente, generalmente, desde el nacimiento.
- Anisocoria patológica: que se produce por un proceso ocular o una enfermedad neurológica.
Cualquier persona puede tener pupilas de diferente tamaño y no tener ningún problema.
De hecho, una de cada cinco personas tiene pupilas normales de tamaños diferentes.
Sin embargo, tener las pupilas de tamaño desigual en ocasiones puede ser síntoma de un problema serio en el ojo. Entre las personas que pueden tener anisocoria se incluyen las que tienen:
- Un problema en el sistema nervioso.
- Antecedentes de daño en el ojo.
- Riesgo de tener un accidente cerebrovascular.
- Una infección viral.
- Pupila tónica de Adie (cuando una pupila no responde tan bien a la luz como la otra pupila).
Síntomas de la anisocoria
Con frecuencia las personas no se dan cuenta de que sus pupilas tienen tamaños diferentes. Algunas solo lo notan cuando comparan fotos viejas con fotos recientes de sí mismas.
Sin embargo, si se produce anisocoria por un problema médico en el ojo, posiblemente note otros síntomas relacionados con ese problema. Los síntomas pueden incluir:
- Párpados caídos (ptosis).
- Problemas para mover el ojo.
- Dolor en el ojo.
- Fiebre.
- Dolor de cabeza.
- Disminución de la sudoración.
¿Cómo se diagnostica la anisocoria?
Su oftalmólogo le examinará las pupilas en una sala iluminada y en una sala oscura. Esto le permite ver cómo reaccionan las pupilas ante la luz, y puede ayudar a determinar cuál pupila es anormal.
Su oftalmólogo también examinará sus ojos con un microscopio con lámpara de hendidura. Este instrumento le permite al oculista analizar el ojo en secciones pequeñas y detalladas, lo que facilita identificar los problemas.
Si tiene otros síntomas además de las pupilas de diferente tamaño, su oftalmólogo le realizará otras pruebas para averiguar más sobre su afección.
¿Cómo se trata la anisocoria?
La anisocoria generalmente no requiere tratamiento porque no afecta la visión ni la salud visual. Si la anisocoria se relaciona con un problema de salud ocular, ese problema necesita ser tratado.
Si tiene preguntas acerca de la anisocoria, no deje de hablar con su oculista. Su oftalmólogo está comprometido con la protección de su vista.
Fuente: AAO