Loading...
  • Av. Pedro Henríquez Ureña 83, La Esperilla
  • Lun - Vie - 8:00am a 7:00pm

Degeneración Macular Asociada a la Edad

¿Qué es?

La DMAE (degeneración macular asociada a la edad) es una enfermedad degenerativa de la mácula o zona central de la retina y de mayor sensibilidad visual. Representa la primera causa de ceguera en mayores de 65 años en los países industrializados.

Esta patología provoca un deterioro progresivo del epitelio pigmentario retiniano (capa que recubre la retina y que la nutre) y de las células de la mácula (donde se concentra un mayor número de conos o fotorreceptores responsables de la agudeza visual y la discriminación de colores). Como consecuencia, se produce una pérdida gradual de la visión central y de detalle.

Existen dos tipos de DMAE, teniendo en cuenta que un mismo paciente puede pasar de uno al otro:

  • DMAE seca o atrófica: es la forma más prevalente (alrededor del 85% de los casos) y se caracteriza por una evolución lenta y progresiva. Se produce como resultado de la acumulación de desechos (depósitos amarillentos o drusas), lo que atrofia la zona macular.
  • DMAE húmeda o exudativa: aunque es menos frecuente, su avance es más rápido y suele tener un peor pronóstico visual. En esta forma de DMAE crece una membrana vascular  bajo de la retina, debido a la aparición de nuevos vasos sanguíneos anómalos y muy frágiles, que sangran y pierden líquido, comprometiendo a la visión de forma severa.

¿Por qué se produce?

La edad es el principal factor de riesgo de la DMAE, que no suele aparecer antes de los 50-60 años y cuya incidencia aumenta con el paso del tiempo.

Al envejecimiento hay que sumarle la predisposición genética, ya que se ha demostrado que los genes tienen más peso del que se creía hasta ahora en la enfermedad: se estima que un 50% del riesgo de DMAE es hereditario y que la probabilidad de padecerla es entre 3 y 6 veces superior si se tiene un familiar afecto de primer grado.

Por último, también hay que considerar la influencia de los factores ambientales, siendo el principal de ellos el tabaco, que multiplica por 5 las posibilidades de desarrollar DMAE.

  • Fumar.
  • Malos hábitos alimentarios.
  • Hipertensión arterial.
  • Problemas circulatorios.
  • Obesidad.
  • Exposición directa y prolongada al sol.

Prevención

La DMAE no se puede prevenir porque, en gran medida, va unida al proceso natural de envejecimiento y a la genética. Sin embargo, sí que está en manos de cada paciente prestar atención a los antecedentes familiares –pueden realizarse test de predisposición genética– e incidir en los factores de riesgo ambientales: no fumar, seguir una dieta equilibrada y rica en antioxidantes y ácidos grasos omega 3, evitar el sedentarismo, protegerse del sol…

Por otro lado, son fundamentales las revisiones oculares periódicas, sobre todo a partir de los 50 años, para detectar precozmente la enfermedad, ya que al inicio puede dar pocos síntomas.

Una buena medida complementaria a estas revisiones es el autocontrol que puede realizar el paciente desde casa mediante una sencilla prueba, la rejilla de Amsler. Este test, que puede solicitarse en el óptico o en el oftalmólogo, permite detectar si las líneas rectas se ven torcidas o distorsionadas (un síntoma característico de la DMAE húmeda). Con el mismo fin, el paciente también puede taparse primero un ojo y después el otro y fijarse en los marcos de las puertas, azulejos, barandillas… o leer diariamente un mismo texto, a una misma distancia, para apreciar cualquier anomalía y acudir en este caso al especialista.

Síntomas

Las personas con DMAE van perdiendo progresivamente la visión central y de detalle, reduciéndose su nitidez y  pudiendo ver borroso o “nublado” en medio del campo visual. Esto origina dificultades para reconocer rostros, leer, escribir, conducir, coser o realizar diferentes tareas de precisión. No obstante, permite mantener cierta autonomía a la hora de manejarse por casa o por la calle, ya que la visión periférica se conserva.

Otros síntomas característicos de la DMAE son:

  • Distorsión de las imágenes / percepción “ondulada” de líneas rectas (metamorfopsia).
  • Percepción de una mancha negra fija en medio del campo visual.
  • Alteración en la percepción del tamaño de los objetos.
  • Alteración en la percepción de profundidad y dificultad para calcular distancias.
  • Dificultad para distinguir colores.

Tratamientos

La DMAE húmeda puede tratarse eficazmente gracias al desarrollo de nuevos fármacos antiangiogénicos, que se inyectan en el interior del ojo (inyecciones intravítreas) y actúan inhibiendo el factor de crecimiento endotelial vascular (anti-VEGF) para impedir la formación de nuevos vasos sanguíneos anómalos. De este modo, permiten frenar la enfermedad y lograr que la mayoría de pacientes puedan mantener e, incluso, recuperar la visión. Como más precozmente se inicie el tratamiento, por lo general mejor será el pronóstico visual.

Respecto a la DMAE seca, actualmente no tiene un tratamiento efectivo, aunque hay estudios que están testando la aplicación de fármacos de inyección intravítrea para controlar su progresión en determinados pacientes. Por el momento, una opción que puede contribuir a enlentecer la DMAE seca es la prescripción por parte del oftalmólogo de determinados suplementos de vitaminas antioxidantes, que ayudan a proteger la retina.